Acerca de mí
- Danitza Rosa Ttito Clavo
- Lima, Peru
- Yo soy Danitza Rosa Ttito Clavo. Naci un 12 de agosto de 1983. Pero volví a nacer para Cristo 4 de Julio del 2000, (aunque siento que ya el 28 de mayo de ese año ya tenía el ardiente deseo de dejar al Señor entrar en mi vida). Me bautice, haciendo públicamente mi compromiso un 30 de agosto del 2002. Ahora sirvo en una iglesia local y siento que cada día Dios tiene un propósito especial para mí. Tengo 24 años.
domingo, 22 de noviembre de 2015
jueves, 7 de abril de 2011
VOTA POR EL MEJOR!!!!!
viernes, 18 de marzo de 2011
MI PRIMER SD DE JESHUA - SUPER SPECIAL
lunes, 22 de marzo de 2010
¿Un gran ingeniero?
… Creó Dios los cielos y la tierra. Génesis 1:1
Por la Fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Hebreos 11:.3
¿Un gran ingeniero?
Desde la primea página
“Sobre el origen de la vida, no nos queda otro remedio que reconocer que no sabemos nada”. Esta declaración del científico Jean Rostand sigue siendo valida hasta hoy.
Cada descubrimiento plantea más problemas de los que resuelve. Las hipótesis de los científicos nos dejan en la duda.
sabia voluntad.
La ciencia llega a conclusiones inciertas e inestables. El biólogo Remy Chauvain explica la teoría de la evolución, tan valiosa para Darwin, tuvo mucha aceptación porque era la única solución para sustituir la idea de Dios, que molesta la conciencia de mucha gente. Junto con muchos otros sabios de los más sobresalientes, físicos, biólogos, astrónomos, se pregunta: - ¿No habría un gran Ingeniero?
En un lenguaje sencillo, que puede ser comprendido por los hombres de todos los tiempos,
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LUNES 22 MARZO 2010
81-284
miércoles, 27 de enero de 2010
LA VERDADERA HISTORIA DEL AMOR DEL TITANIC
Era el 15 de Abril de 1912, cuando el HMS Titanic se hundió bajo las frías aguas del Atlántico Norte, llevando con él a 1517 vidas. El más grande y lujoso barco de su época se fue, recordándole al mundo la fragilidad del ser humano. Pero hay más en el hundimiento del Titanic que una trágica historia, hay una historia de heroico valor y fe inconmovible. John Harper había abordado el Titanic cuando este fue puesto en el mar de Southampton, Inglaterra, en su viaje inaugural. Un evangelista original de Glasgow, Escocia. Era bien conocido en el Reino Unido como un predicador apasionado y carismático que guió a muchos a Cristo por medio del don de la predicación. En 1912, el reverendo Harper recibió una invitación para predicar en la iglesia de Moody en Chicago, Estados Unidos.
El 11 de abril de 1912, John Harper abordó el Titanic. Algunas de las personas más ricas del mundo estaban abordo. Mientras muchos pasajeros hablaban de tratos de negocio, adquisiciones y deseos materiales, John Harper estaba diligentemente compartiendo del amor de Cristo con otros. En los días que precedieron a la tragedia, sobrevivientes reportaron ver que Harper vivía como un hombre de fe, hablando palabras bondadosas y compartiendo el amor de Cristo.
En el anochecer del 14 de abril, al tiempo que los pasajeros bailaban en el salón de baile y probaban su suerte en la mesa de casino; John Harper ponía a su hija en la cama y leía su devocional de la misma manera que lo hacía cada noche. A las 11:40 p.m., el Titanic golpeó un Iceberg. El barco “Inundible” estaba sentenciado. Algunos en incredulidad o desinformados en ese momento, continuaron en sus deleites. No fue hasta que la tripulación del barco envió una serie de llamadas de angustia que los pasajeros se dieron cuenta de cuan seria era su situación. Entonces el caos se desató. Todo fue tan rápido. Pero la actitud de John Harper deja un ejemplo histórico de fe y coraje. Harper despertó a su hija, la levantó y la arropó con una manta llevándola a la cubierta. Allí le dio un beso de despedida y se la entregó a un miembro de la tripulación quien la puso en el bote salvavidas número 11. Harper sabía que nunca más vería a su hija de nuevo. Su hija sería dejada en un orfanato a los 6 años de edad.
Harper entonces le dio su chaleco salvavidas a un pasajero, finalizando con otra oportunidad para sobrevivir. De un sobreviviente sabemos que él llamaba: “mujeres, niños e incrédulos a los botes salvavidas”. Él comprendía que había algo más importante que sobrevivir a este terrible desastre. Sabía que estaban aquellos que no estaban preparados para enfrentar la eternidad.
Así como el sonido de terror y desesperación continuó, Harper se enfocó en su propósito dado por Dios. Los sobrevivientes reportaron haberle visto sobre la cubierta de rodillas, rodeado por pasajeros aterrorizados, orando por su salvación. A las 2:40 a.m., el Titanic desapareció debajo del Atlántico Norte, dejando una nube de humo y espuma sobre su tumba y, trágicamente sobre otras 1000 personas, incluyendo a Harper, quienes luchaban por sus vidas en el agua helada. Harper se dirigió a una pieza flotante del resto del naufragio para subirse sobre esta. Rápidamente nado hacia cada persona que podía encontrar insistiéndoles, a pesar de sí mismo, a que pongan su fe en Jesucristo. Mientras moría forzaba a otros a encarar lo tonto de sus propósitos de vida; la meta de John Harper de ganar gente para Cristo se convirtió en lo más vital. En el agua, John Harper se movía lo mejor que podía, hablando a la mayor cantidad de gente como le era posible. Su pregunta era: “¿Eres salvo?”, y si ellos no eran salvos o no comprendían esta terminología, tan rápidamente como podía le explicaba el evangelio.
Pronto John Harper sucumbió en el helado mar; pero aun en sus últimos momentos, este infatigable hombre de indesteñible fe continuó su propósito de vida, ganar almas perdidas. Una persona recordó, “soy un sobreviviente del Titanic. Fui una de las seis únicas personas que rescataron del agua de las 1517 que estaban tiradas en las frías aguas en esa horrible noche. Como cientos alrededor de mí, me encontré luchando en las aguas oscuras del Atlántico Norte. El gemido de los moribundos estaba resonando en mis oídos cuando allí flotaba cerca a mí un hombre quien me llamó diciendo: «¿Salvaste tu alma?». Entonces le oí llamar fuertemente a otros que estaban como él; todos alrededor de mí se hundieron bajo las aguas. Allí, solo en la noche, con dos millas de agua debajo de mí clame a Cristo para que salve. Soy el último convertido de John Harper”.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
LOS TRES GRANDES CONSEJOS
Sin embargo, no fueron sus mensajes los que lograron subyugarme, sino esas largas charlas íntimas que logramos tener en mis visitas a su imponente iglesia finales de los noventa. No fueron muchas, tres para ser exactos. Una en su oficina, otra en una cena en una marisquería, y la más reciente durante un asado que el mismo Juan Carlos me preparo en su casa de retiro en las montañas de California. Todo un honor.
No obstante, no los leas a la ligera. Si te es posible, memorízalos, átalos a tu cuello, escríbelos en las tablas de tu corazón. Son palabras sencillas, pero demasiado profundas para leerlas una sola vez.
-¿Te están dejando fuera del círculo?- me preguntó mirándome a los ojos.
-Algo así. No me lo han dicho, pero puedo sentirlo.
-entonces voy a decirte lo mismo que el Señor me dijo a mí cuando también me sentí excluido: ¡Haz un círculo más grande y mételos adentro!
Tan sencillo y rotundo como eso. Si quieren dejarme afuera, de todos modos he decidido amarlos e incluirlos en mi vida. Aunque algunos no lo merezcan o no les interese. Mi estilo de vida se basa en agrandar el círculo. Independientemente de la opinión que otros tengan acerca de mí.
-Una vez acudí al Señor con esa misma queja –me confesó-. Le mencione que algunos hermanos no me amaban y rechazaban. Fue en ese momento que me dijo: “Tranquilo, Juan Carlos, yo di mi vida en la cruz para que me amaran a mí, no a ti”. ¿Entiendes querido? ¡Él nunca prometió que te amarían a ti! Cuando en realidad estés consciente de eso, lograras quitarte un gran peso de encima. No tendrás una pérdida de energía pensando en todos aquellos que no te aman, porque tu meta no será que te acepten a ti, sino al Señor.
-¿Por qué debería fracasar? Pregunte incrédulo.
Contundente. Frontal. Fue allí cuando me di cuenta de que al final ese día llegaría para mi ministerio. El momento de inflexión en que debería elegir entre complacer a todos y salir a explicar cada visión que dios me daba, o hacer lo encomendado sabiendo en quiénes y en qué estoy enfocado.
-De todos modos, aquellos con los que decidas fracasar siempre serán parte de tu familia, al fin y al cabo, les guste o no, te tendrán que aguantar. Es como cuando uno no quiere a un cuñado, o a un primo, pero en los cumpleaños o las navidades él siempre está ahí, sentado a la mesa. Es la familia, y eres parte de ella, aunque les desagrades a algunos. Tu preocupación debería ser que a casusa tuya no se pierda algunos de los de afuera, no te preocupes por los de adentro, ellos ya están salvos. Enfócate en la gente correcta, en los que estén alineados con tu visión.
* El Señor no murió para que te amen a ti.
* Haz una lista de aquellos con los que fracasaras.
Sin duda, estos son tres grandes tesoros que hoy quise regalarte, así como un día Ortiz lo hizo conmigo. Solo tienes que apreciarlos y recordarlos cada vez que odien tu túnica de colores y te arrojen a una cisterna. Si recuerdas las tres perlas, algún día vas a abrir los graneros y compartir con tus propios hermanos, sin rencores, de lo mucho que Dios te dio.